A menudo los valores de la constancia y la perseverancia son confundidos como similares. Pero tal y como señala nuestra colaboradora, María Eugenia Ríos-Lamas, al aplicarlos, notamos que cuentan con elementos que le diferencian el uno del otro, aunque al mismo tiempo le hacen inseparables.
De acuerdo a la descripción de María Eugenia, la perseverancia es de carácter duradero y de un empeño insistente. Es repetición:
“(…) dándole el sentido de aquello que hacemos una vez tras otra, sin detenernos, no por el simple ánimo de conquistar un hábito, sino por la necesidad de lograr una progresiva mejoría. La perseverancia se nutre de repeticiones. Es como un motor que nos permite volver sobre las mismas cosas, insistiendo para obtener día a día una mayor calidad en todo”.
Dice que la perseverancia es insistente, y se esfuerza para marchar en un camino que reconoce, evitando desviarse de la ruta.
Por el contrario, describe a la constancia como “la perseverancia de la mente, o la perseverancia llevada a nivel mental”.
María Eugenia nos comparte que este valor moral es un estado mental que nos ayuda a ser firmes en todo aquellos que necesitamos repetir, resolver en un día.
“El oro de la constancia, es la paciencia… es el saber esperar, sin caer en el olvido y el desaliento”.
De acuerdo a nuestra colaboradora, la perseverancia y la constancia deben estar entonces unidos, pues ambos valores permiten al ser humano mantener una conciencia estable para su caminar por la vida.
María Eugenia Ríos Lama ha hecho suyos estos dos valores en su vida, son lo que dice sus “herramientas mágicas” y gracias a ellos ha podido, en gran parte, “plasmar sus sueños”.
