“Es bueno observar el comportamiento de los hijos, hijas con el tema de la disciplina. No es lo mismo disciplinar con amor que con odio. La del amor forma ayuda, la de odio hace daño. Es necesario detenerse a ver hasta los pequeños detalles. A veces los padres hablan desde la emoción. A la hora de que un padre, madre no sepa dominar la emoción, se genera en el niño y en la niña una vida negativa. A la hora de corregir, tiene que ser con una actitud de serenidad, de equidad. El control de los padres genera en los hijos un equilibro emocional”.