“A lo largo de la formación individual de cada uno, se van recibiendo una serie de instrucciones que van formando la manera de pensar y de ser. Desde la escuela, la familia y el medio en el cual se desenvuelve va configurando una manera de pensar, de sentir y percibir la realidad. Oración es una conversación personal íntima con Dios. Hay reflexión cuando hay una actitud consciente, mental de abundar en la profundidad de una idea. Analizar. Y eso acerca a Dios. Reflexionar es poner a mi mente, espíritu, en esa idea que se lee, que se escucha, que se centra y enfoca la atención. Se puede orar escribiendo. La meditación es cuando hay un autocontrol, y esa forma de controlar la mente es lo que hace el espíritu crezca. Se aprende hacer las tres cosas. La meditación es la conexión que se hace directamente con Dios, donde se trata de controlar la mente, entendiendo la mente como la loca de la casa. La persona que aprende a controlar la mente, adquiere el autocontrol. Porque la mente es lo que rige la vida. Lo que nos pone en la conciencia. La meditación comienza con una actitud externa de tranquilidad, de quietud y de silencio. Pero también hay que buscar el silencio exterior para provocar el silencio interior”.
