Nuestra #ActitudaCaminoAlSol para este día, la enfocamos en la frase: «Solo con tu corazón puedes ver bien; lo esencial es invisible a tus ojos». Solo a través de los ojos del corazón puedes percibir lo esencial, lo que trasciende lo físico y se arraiga en lo más profundo del alma. En ese reino de lo invisible, las emociones, los vínculos y las verdaderas conexiones florecen, revelando la verdadera belleza que escapa a la mirada superficial.
Es un término japonés que se refiere a la posibilidad de observar lo que nos rodea, no como algo ajeno a nosotros, sino como una parte de nosotros mismos con la que hay que volver a conectar para cultivar nuestra propia felicidad. La tristeza brota del sentimiento de estar desconectado del mundo, de ser una isla rodeada de un mar de soledad. El poeta libanés Khalil Gibran la definía como «un muro entre dos jardines». Sin embargo, ¿es ese muro real? Otro poeta nacido tres siglos antes, John Donne, decía que «ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo». Somos en relación con los demás. Y, de hecho, el mundo es un espejo que nos muestra cómo estamos por dentro. ¿Cómo está tu relación con el mundo?
César Cordero, Director de Dale Carnegie Dominicana y conferencista en temas de Desarrollo de Liderazgo y Negocios, nos habla del tema: «Trabajar para vivir, no vivir para trabajar». Trabajar para vivir implica equilibrar nuestras ambiciones laborales con el disfrute de las pequeñas alegrías, los momentos compartidos con seres queridos y la búsqueda de la realización personal fuera del ámbito profesional. Al priorizar nuestras necesidades emocionales, sociales y espirituales sobre las demandas del trabajo, podemos encontrar un mayor sentido de equilibrio y satisfacción en nuestras vidas.
Alexandra Febles, Psicóloga clínica, experta en terapia hortícola y CEO de Hacer.Crecer, nos invita a la experiencia de bienestar “Cultivando mi serenidad” y el verano Hacer Crecer 2024. La naturaleza ofrece un espacio de calma y contemplación donde los niños pueden alejarse del bullicio y la estimulación constante de la vida moderna. Al sumergirse en entornos naturales, los niños tienen la oportunidad de desarrollar una mayor serenidad interior, aprendiendo a apreciar la belleza y la tranquilidad que la naturaleza ofrece.
