Iniciamos la semana dedicando nuestra #ActitudCaminoAlSol al Día Mundial de la Bondad o World Kindness Day, el cual se celebra cada 13 de noviembre por iniciativa de la World Kindness Movement (WKM) que lo proclamó en el año 1998. Esto lo hacemos con la intención que nos dice: «Cultivemos la generosidad en nuestras acciones; cada acto de bondad es una semilla que nos transforma».
Comunicar bien lo que queremos decir y hacerlo de manera respetuosa, haciendo que la persona con la que hablamos se sienta escuchada o tenida en cuenta, no siempre es tan fácil como desearíamos. Sin embargo, esa forma de comunicarnos nos permite reducir la conflictividad y construir relaciones más sólidas y sinceras, además de hacernos más eficientes a la hora de resolver diferencias, enfrentarnos a un problema o sacar adelante un proyecto. De hecho, en nuestro día a día es habitual que nuestra forma de comunicarnos genere a veces efectos que no habíamos previsto, haciendo sentir a alguien incómodo sin que esa fuera nuestra intención.
Paulo Herrera Maluf, Consultor empresarial, experto en estrategia, finanzas y cambio organizacional, nos trae en esta oportunidad una reflexión la cual titula: “El odio vestido de seda, odio se queda”. Esta frase encapsula la idea de que, sin importar cuán elegantemente se disfrace el odio o la animosidad, su esencia negativa y destructiva permanece inalterada. La metáfora sugiere que no importa cuánto intentemos enmascarar sentimientos negativos con superficialidades agradables o apariencias amigables, el núcleo tóxico sigue presente. Nos insta a ser conscientes de la autenticidad emocional y a abordar los problemas de manera directa en lugar de disfrazarlos con fachadas.
Rosaida Montas, Arquitecta, organizadora profesional de espacios y Home Stage, nos habla acerca de «Dejar ir para renovar espacios”. Al liberar ambientes de elementos innecesarios o desactualizados, se crea un lienzo en blanco que permite la introducción de nuevas ideas y estilos. Este proceso no solo implica la eliminación de objetos, sino también la reconsideración de colores, texturas y disposiciones espaciales. Dejar ir puede ser reinterpretar un espacio, despojándolo de lo que ya no sirve para dar lugar a un diseño más funcional y estéticamente agradable.