“A los hijos, hay que criarlos y educándolos bien, y para esto se deben considerar ciertos puntos. La primera consideración es que los niños pueden desarrollar una percepción errada de sí mismos de acuerdo a la interpretación que hagan de su posición en la familia. No es lo mismo ser el último hijo que el primero. Para esto hay que dar el trato que merecen. Segundo, la infancia y la adolescencia nos marcan de una manera única para el resto de la vida. La experiencia que se vive en la infancia y en la niñez queda marcado para la vida. La tercera consideración es que el amor de los padres hacia los hijos tiene que ser incondicional. Es decir, que pase lo que pase ese amor no cambia. En cuarto lugar, para que allá amor en la relación (padre e hijos) tiene que haber tiempo para compartirlo. Una quinta consideración es que el amor de los padres a los hijos ha de ser honesto. Es bueno que los padres sean exigentes con sus hijos pero teniendo en cuenta el potencial de cada uno de ellos. De séptimo, querer a los hijos no es darle todo lo que ellos quieren. Número ocho: las experiencias de los niños durante los primeros cinco años de vida son fundamentales para triunfar en la vida. La número nueve es que los padres tienen el deber de preparar a sus hijos para que aprendan. Y la última es hablar con ellos, enseñales cosas buenas y lea con ellos”.