“El diálogo nos lleva tener propósitos en la comunicación y da un espacio para una comunicación íntima en donde afloran sentimientos, emociones y buenas intenciones. Al terminar de dialogar se originan cambios en las personas. Ahí está el crecimiento y desarrollo del dialogo. Una persona que no sabe escuchar, no dialoga nunca. En el dialogo no hay imposición de ideas o de criterios o de puntos de vistas, lo hay es exposición de ideas, y de ahí se llega a un acuerdo. Las personas que dialogan son las que escuchan y no imponen”.