“Si quieres que conozca el mar, llévame hasta sus orilla y mantente en silencio” (René Juan). No todo lo que se piensa se dice. Conviene muchas veces callar. El silencio es la herramienta que nos ayuda a concentrarnos a meditar, a medir nuestras palabras. El silencio es tener el control de nuestro corazón, pensamientos, sentimientos y opiniones. Antes de hablar conviene que examinemos si no valdría más el callar. Pues más veces se arrepiente uno de lo que se ha dicho, que de lo que se calla. Se es dueño de lo que calla, esclavo de lo que se dice. Hay dos tipos de silencio, el de soledad y fecundo. El de soledad, es cuando no se tiene nada que decir, quien no tiene con quien hablar”.