Una de las grandes dificultades que puedan atravesar nuestras vidas es la de poner límites y de paso, aceptarlos y entenderlos.
Los límites son una parte de la vida que se va construyendo desde la infancia. Son fronteras que nos dicen dónde termina una persona o tú mism@. Como lo señala Isabella Paz, colaboradora de nuestro programa, los límites son muy importantes para la identidad, para saber quién se es y cómo manejarse del mundo.
Si te pones a pensar, no dar límites (esa contención a tus hijos), puede clasificarse como una forma de maltrato porque no das herramientas para vivir.
Llega a ser maltrato cuando no preparas a tus hijos, hijas para la vida; porque es una negligencia dejándolo por ejemplo, a la merced de sus propios impulsos. Y surge la pregunta, ¿Por qué los adultos tienen esa incapacidad de poner límites?
Por naturaleza y neurología, los niños y niñas son inmaduros y compulsivos, por eso hay que empezar por los límites para que puedan crecer en una buena plenitud.
Igual, los límites nos permiten dejar relaciones tóxicas, hábitos tóxicos, no incurrir en conductas autodestructivas, no negociar con nuestros principios en nombre del amor, complacencia u otras cosas.
Pero recuerda, los límites también son para ti
Los límites tienen que ver con algo muy importante, que es posponer la gratificación inmediata. Si como adulto no se sabe posponer esto y no se tienen límites incorporados, definitivamente es muy difícil enseñarle a otros o hasta a tus propios hijos.
El ingrediente principal de la felicidad es la de posponer la gratificación inmediata. Es decir, las personas que son capaces de decirse que no y de tener dominio propio, son personas que van a vivir a mayor plenitud.
¿Cuándo no se ponen límites? cuando se asumen responsabilidades ajenas por ejemplo.
“El limite sería el carril, el encuadre y estructura que das”
(Isabella Paz)
También es bueno autoevaluarse y ver como reaccionamos ante los límites de los demás; como reaccionas ante el ‘no’ de los demás.
Muchas veces las personas se ofenden y toman distancia luego de que alguien le haya dicho que no. Esto significa que no hay una capacidad de aceptación, adaptación y flexibilización al límite que ponen los demás. El pensamiento “Quiero hacer lo que yo quiero cuando quiera” ¡ya pasó! no es una forma de adultos. Es algo inmaduro.
En otras situaciones, ¿Qué se hace para evitar el conflicto? Pues en muchos casos las personas toman la decisión de ignorar y no poner ni un límite.
Hay trampas para poner límites:
-La incapacidad de decir que no.
-Ser de un sí-flojo (Que lleva a la complacencia).
-Una debilidad. Por ejemplo, “me vencen por cansancio”.
-La alianza con los hijos, hijas.
Este es un gran ejemplo para reflexionar de los límites:
Hay un niño mayor a su hermana, ambos reciben mesada de sus padres y se les entrega un monto diferente. Al más grande le dan más mientras que a la más pequeña muchos menos, entonces, ¿quién lo valora más? Al que le dieron menos. ¿Quién se controla más? Al que le pusieron límites.
Los límites son nada más que un acto de valentía, que al final puede favorecerte a ti y a los que te rodean, de lo contrario costará por mucho tiempo. Se constante, siempre hay un comienzo para poner tus límites.