Proponemos nuestra intención del día a la oración que nos motiva a seguir adelante cada momento y nos dice: «No te preocupes, con que te esfuerces cada día en hacerlo diferente, es suficiente». No se trata de lograr la perfección inmediata, sino de comprometerse a mejorar con constancia. La disciplina radica en la capacidad de reconocer que cada día es una nueva oportunidad para corregir errores, aprender y crecer. Este enfoque diario, aunque pueda parecer pequeño, acumula un gran impacto a lo largo del tiempo, construyendo un hábito de mejora continua.
Es bien conocido que la disciplina es un factor fundamental para poder conseguir cualquier objetivo que nos propongamos. Es el elemento clave de cualquier proceso, ya sea profesional o personal, ya que responde a unas reglas que rigen nuestro comportamiento y manera de actuar. Actualmente, se confunde la disciplina con el acto de disciplinar, entendiendo “disciplinar” como castigo o imposición, lo cual tiene una percepción generalmente negativa.