Iniciamos la semana con la intención que nos dice: «Reconoce tus momentos de fragilidad y rodéate de vínculos que te llenen de seguridad». En esos instantes, es fundamental rodearte de vínculos que te brinden seguridad y apoyo genuino, personas que te impulsen a seguir adelante sin juzgar tus debilidades. La fragilidad no es un defecto, sino una oportunidad para construir relaciones profundas, donde la confianza y la empatía se conviertan en pilares para sanar y fortalecerte.
Todos los seres humanos necesitamos contar con un entorno que nos brinde protección. El ser humano tiene momentos en los que se sabe frágil y comprende, más allá de la razón , que necesita ser protegido. Se trata de una necesidad fundamental que está presente desde que nacemos y que nos acompaña hasta la muerte. El deseo y la necesidad de ser protegido no siempre tienen la misma intensidad. Obviamente, se hacen más fuertes cuando nos encontramos en un estado de vulnerabilidad manifiesta. Cuando enfermamos o cuando transitamos por un entorno desconocido, por ejemplo. En suma, cuando nos enfrentamos a cualquier situación que implique algún riesgo.